Con una fachada modesta que irradia encanto a través de su sencillez y sobriedad, la ermita acoge a quienes buscan refugio espiritual. Destaca la imagen de la Virgen de Araceli, venerada en una hornacina principal, que es símbolo de fe y devoción para los fieles de la región.
Adentrarse en su interior es sumergirse en un espacio de serenidad y devoción. Una única nave central acoge un sencillo retablo de madera, flanqueado por las veneradas imágenes de la Semana Santa Menciana. Cada figura es un testimonio vivo de la tradición y la fe arraigadas en esta tierra.
Hoy en día, la ermita es mucho más que un lugar de culto. Es el epicentro de la vida cofrade y hermandad en Doña Mencía, donde se congregan las diferentes cofradías y hermandades para iniciar sus procesiones y celebraciones. Durante el resto del año, se transforma en un museo que recoge todo el esplendor de la "semana grande", manteniendo viva la memoria y la tradición de esta comunidad devota.