Los hallazgos obtenidos de las excavaciones realizadas revelan que los restos pertenecen a una villa romana de carácter señorial, estratégicamente cercana al mar, con similitudes arquitectónicas con otras villas romanas encontradas en territorio español.
Esta villa romana representa un ejemplo distintivo de la arquitectura doméstica típica de las costas mediterráneas de la provincia Baética durante la época romana. Los estudios arqueológicos realizados, incluyendo sondeos efectuados en 1990, indican que la zona fue posteriormente utilizada como necrópolis, lo que sugiere una evolución en el uso y la ocupación del lugar a lo largo del tiempo.
Los restos que actualmente pueden visitarse corresponden a un sector de la Villa Romana que experimentó dos fases distintas de desarrollo. La primera fase, datada en el periodo altoimperial, revela un sector urbano organizado en torno a un atrio con impluvium, características propias de la arquitectura residencial romana de prestigio. En contraste, la segunda fase muestra una transformación de la villa, donde se reutilizaron los muros y estructuras preexistentes para la construcción de estancias más modestas destinadas a usos industriales. Estas áreas habrían estado dedicadas a funciones como almacenes, talleres y actividades relacionadas con la explotación de los recursos pesqueros, reflejando así la adaptabilidad y la diversificación de actividades en el contexto de la vida romana en la región costera.