El Puente Romano de Córdoba, majestuoso testigo del tiempo, se erige imponente sobre las aguas del río Guadalquivir, uniendo el barrio del Campo de la Verdad con el Barrio de la Catedral. También conocido como el puente Viejo, su historia se entrelaza con la propia de la ciudad, siendo el único en cruzar el río durante veinte siglos, hasta la construcción del puente de San Rafael en el siglo XX.
El 9 de enero de 2008 marcó un hito en su historia con la inauguración de la mayor remodelación que jamás había experimentado. Desde 1931, junto con la puerta del Puente y la torre de la Calahorra, este monumento fue declarado bien de interés cultural en la categoría de Monumento, formando parte del centro histórico de Córdoba, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
Su origen se remonta a tiempos romanos, probablemente durante la época de Augusto, cuando Córdoba adquirió el título de Colonia Patricia. Sin embargo, su estructura actual data de una reconstrucción musulmana en el siglo VIII, siendo un punto crucial en la Vía Augusta que conectaba Roma con Cádiz.
A lo largo de los siglos, el puente ha sufrido numerosas remodelaciones y reconstrucciones, adaptándose a las necesidades cambiantes de la ciudad. En 2006, cerró temporalmente para someterse a una ambiciosa obra de conservación y renovación dirigida por el arquitecto municipal Juan Cuenca Montilla. La polémica no tardó en surgir por el carácter radical de la remodelación, pero el resultado fue impresionante.
Hoy en día, el Puente Romano no solo es un monumento histórico, sino también un enclave natural único, albergando una reserva natural conocida como los Sotos de la Albolafia, donde aves en peligro de extinción encuentran refugio.
Con su imponente presencia, el Puente Romano de Córdoba sigue siendo un símbolo de la historia y la belleza de esta milenaria ciudad, atrayendo visitantes de todo el mundo y siendo escenario de películas y producciones audiovisuales que realzan su majestuosidad.
