Estas once iglesias, erigidas por orden de Fernando III el Santo entre los siglos XIII y XIV, son testimonios vivientes de una época de profundos cambios y renacimiento urbano. Conocidas como Iglesias Fernandinas, estas construcciones no solo destacan por su arquitectura medieval, sino también por su papel fundamental en la repoblación y organización urbana de la ciudad, mediante la creación de collaciones.
La importancia de estos templos trasciende su valor arquitectónico, pues representan puntos de referencia histórica y espiritual para la comunidad cordobesa. Entre ellas, destaca la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Puerta Nueva, que alberga una destacada obra de la pintura barroca de Juan de Valdés Leal. Asimismo, el templo principal de la ciudad se erige como un símbolo imponente que encarna la riqueza cultural y religiosa de Córdoba.
Estos edificios no son simplemente monumentos estáticos del pasado, sino que continúan cumpliendo su función litúrgica, manteniendo viva la llama de la fe y acogiendo a generaciones de fieles. A lo largo de los siglos, han sido testigos de las transformaciones sociales, políticas y artísticas, reflejando en su estructura y decoración las influencias de diversas épocas y estilos. Así, las Iglesias Fernandinas se erigen como auténticos tesoros patrimoniales que enriquecen el paisaje urbano y la identidad cultural de Córdoba, invitando a los visitantes a sumergirse en su historia y esplendor.