Imagina caminar por los pasillos adornados con mosaicos que relatan historias de la vida marina: desde los instrumentos culinarios hasta los manjares del Mediterráneo que eran el deleite de los residentes. Uno de los más impresionantes es el mosaico polícromo de la habitación A, donde un Gorgoneion central te cautiva mientras te rodeas de patrones geométricos en blanco y negro que dan vida a un mundo de elegancia y sofisticación.
Las excavaciones arqueológicas nos han brindado un vislumbre incompleto pero intrigante de esta villa, revelando no solo su aspecto residencial, sino también la posibilidad de una zona de trabajo dedicada a la lucrativa industria de la salazón de pescados y la producción de la codiciada tintura púrpura.
Además de los impresionantes mosaicos, los vestigios de cerámica vidriada y objetos metálicos adornan este testimonio tangible de los intercambios comerciales que tenían lugar entre el Mediterráneo y el mundo oriental. Este enclave costero, con su posición privilegiada, no solo ofrecía vistas impresionantes, sino también oportunidades comerciales que elevaban su estatus económico por encima de otras villas del interior.