En la época medieval, cuando la vida de la población giraba en torno a la imponente fortaleza, la Torre del Agua no solo cumplía funciones defensivas, sino que también servía como vital aljibe para sus habitantes. Sin embargo, todo cambió en 1485, cuando la fortaleza cayó ante las tropas de los Reyes Católicos y la población descendió al llano en busca de una nueva vida.
Fue entonces cuando se decidió trasladar este vital recurso de la torre a la plaza, instalando el pilar que ahora contemplamos. A lo largo de los años, la fuente ha sido sometida a varias modificaciones que han moldeado su apariencia actual, adaptándola a las necesidades cambiantes de la comunidad y conservando su función esencial como punto de encuentro y abastecimiento para los cartameños.
Hoy en día, la fuente no solo proporciona agua fresca y vitalidad al corazón de Cártama, sino que también simboliza la resistencia del pueblo ante el paso del tiempo y los cambios históricos. Es un recordatorio tangible de cómo la historia y la vida cotidiana se entrelazan en este pintoresco rincón de Málaga, donde el pasado y el presente convergen en cada gota que fluye desde la Torre del Agua hasta el corazón de la plaza.