Su origen como parroquia se remonta a los albores del siglo XIII, tras la conquista del lugar por el rey Fernando III en 1240. A lo largo de los siglos, el templo ha sido testigo de innumerables acontecimientos y transformaciones, conservando en su estructura la huella de épocas pasadas.
La iglesia de Santa María de las Flores presenta una arquitectura imponente y una riqueza histórica que cautiva a quienes la visitan. En su interior, una sola nave dividida en cinco tramos por arcos apuntados y doblados da paso a un espacio de serenidad y recogimiento. La cubierta, que en sus orígenes fue de madera, hoy se sostiene sobre un firme forjado de hormigón, testigo del paso del tiempo y las renovaciones necesarias para preservar este patrimonio histórico.
La cabecera, de forma recta, revela la presencia de un gran arco de medio punto en el centro del presbiterio, flanqueado por restos de vanos de perfilería gótica. La capilla del Sagrario, la más amplia de la iglesia, es un espacio de singular belleza que revela la historia oculta bajo sus muros. Descubierta durante obras de restauración en 1973, esta capilla revela la existencia de una primitiva iglesia que se perdió en los albores del siglo XVI, cuando se erigió el templo actual.
Las capillas dedicadas a Nuestra Señora de los Ángeles, la Virgen del Pilar y San Abundio, entre otras, son verdaderos tesoros de arte sacro, cada una con su propia historia y devoción. El exterior de la iglesia, con su imponente fachada y la torre remodelada en el siglo XVIII, es un monumento a la destreza arquitectónica y el ingenio humano.
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