La iglesia presenta una estructura de tres naves, separadas por pilares cruciformes y arcos de medio punto. Aunque las cubiertas son de armaduras mudéjares de madera, muchas de ellas han sido rehechas a lo largo de los años, preservando la esencia de su diseño original. La nave central se distingue por sus tirantes y colgadizos, mientras que el crucero exhibe una armadura cuadrada con brazos de tres paños. La capilla mayor está coronada por una bóveda de medio cañón, y las capillas colaterales del testero cuentan con bóvedas ovales, añadiendo un toque de elegancia y solemnidad al espacio sagrado.
La torre de la iglesia es un prisma rectangular dividido en tres cuerpos, coronado por un chapitel piramidal. Esta imponente estructura se adosa a los pies de la nave central y del evangelio, ofreciendo una vista impresionante tanto desde el interior como desde el exterior del edificio. La portada lateral, con su arco de medio punto y frontón superior, refleja el estilo arquitectónico del siglo XVII, mientras que la portada del hastial, más primitiva, aporta un contraste fascinante con su sencillo arco de medio punto.
La historia de la iglesia está marcada por varias renovaciones significativas. En 1630, D. Pedro Díaz Palacios llevó a cabo una importante renovación, añadiendo dos naves colaterales a la estructura original y creando una armadura lazo en la nave central. Las obras de mampostería y ladrillo, enlucidas y marcadas por sillares y ladrillos a soga e isódomos, dan testimonio del cuidado y la atención al detalle en cada fase de construcción.
La Guerra Civil Española dejó una cicatriz profunda en la iglesia, con la destrucción de muchas de sus piezas artísticas originales. Sin embargo, la década de 1940 vio el inicio de una ambiciosa reconstrucción, decorando la iglesia en un estilo neogótico muy popular en ese momento. Una original pila bautismal, situada dentro de una falsa cueva, era una de las características distintivas de esta renovación, aunque también fue retirada en reformas posteriores en los años 70. La última restauración importante tuvo lugar en 2014, asegurando que este tesoro histórico siga brillando para las futuras generaciones.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación no es solo un lugar de culto, sino un viaje a través del tiempo. Cada piedra, arco y detalle arquitectónico cuenta una historia de fe, resiliencia y belleza. Al visitarla, uno puede sentir la rica historia de Torrox resonar en sus muros, ofreciendo una experiencia única y enriquecedora para todos los que cruzan su umbral
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