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Palacio de Viana

Historia

Su legado se remonta al siglo XV, cuando Ruy Fernández adquirió un conjunto de casas medievales, los futuros patios de Recibo, del Archivo y de los Naranjos. En 1492, Gómez Suárez de Figueroa fundó un mayorazgo, consolidando el palacio como propiedad de la familia Villaseca. A través de los años, distintos miembros de esta familia, como Bernardino de Figueroa y Córdoba y Gómez de Figueroa y Córdoba, expandieron y transformaron el palacio, incorporando elementos renacentistas y ampliando su extensión.

En el siglo XVIII, Ana Rafaela Fernández de Mesa de Argote, VI marquesa de Villaseca, lideró importantes reformas, incluyendo la creación del Archivo Histórico de Viana. Su sucesor, el VII marqués de Villaseca, Diego Rafael Cabrera y Fernández de Mesa, amplió aún más el palacio al adquirir propiedades contiguas, como las casas de los condes de Torres Cabrera.

En 1873, el palacio pasó a la familia Saavedra y Cueto, convirtiéndose en el Palacio de Viana. José de Saavedra y Salamanca, II marqués de Viana, transformó la residencia en un museo y añadió elementos heráldicos a su fachada. Durante este período, el palacio también fue visitado por miembros de la realeza española, como el rey Alfonso XIII y el príncipe de Asturias Alfonso de Borbón.

En 1980, el palacio fue cedido a la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba y más tarde pasó a ser propiedad de CajaSur. Desde entonces, el palacio se ha convertido en un museo abierto al público, albergando diversas colecciones y eventos culturales. En 2019, se conmemoró el veinticinco aniversario de la declaración del centro histórico de Córdoba como Patrimonio de la Humanidad con una reunión del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía en el palacio. Además, desde julio de 2021, se celebran bodas civiles tanto en los patios como en el interior del palacio, agregando un nuevo capítulo a su rica historia.

Patios y Jardín

no solo es una joya arquitectónica, sino también un oasis de belleza natural gracias a sus magníficos patios y jardines. Estos espacios, cargados de historia y encanto, ofrecen una experiencia única a los visitantes, especialmente durante la primavera y el verano, cuando la vegetación florece y el agua fluye en armonía con el entorno.

Uno de los patios más emblemáticos es el Patio de Recibo, que sirvió como entrada principal al palacio desde finales del siglo XVI. Destaca por sus dieciséis columnas toscanas y su hermoso enchinado cordobés. Adyacente a las caballerizas, alberga una antigua carroza nupcial del siglo XVIII y pesebres para caballos, un testimonio de la vida aristocrática de épocas pasadas.

El Patio de los Gatos, el más antiguo de vecinos documentado en Córdoba, refleja la vida cotidiana de la época. Inicialmente, estas viviendas estaban separadas del palacio, pero con el tiempo se integraron, y su nombre se debe a la presencia de gatos atraídos por los aromas de la comida.

El Patio de las Rejas debe su nombre a las impresionantes rejas que lo rodean, un símbolo del estatus social de los propietarios. En él destacan los cítricos y las macetas de centaurea alrededor de una fuente, creando una atmósfera de elegancia y distinción.

El Patio de la Madama, creado en el siglo XVIII, es adornado por una estatua de una náyade en el centro de una fuente, evocando el clasicismo. Los cipreses añadidos posteriormente le otorgan un aire aún más señorial.

El Patio de las Columnas, el más reciente, es un espacio destinado a eventos culturales. Su diseño, con arrayanes, se inspira en la flora de la Sierra de Córdoba.

El jardín, el más extenso del palacio, fue adquirido en el siglo XIX y duplicó su tamaño. Con dieciséis parterres de boj, evoca los jardines franceses de la época, y cuenta con una encina centenaria como testigo de su historia.

Otros patios, como el de la Alberca, el del Pozo, el de los Jardineros, el de la Capilla, el del Archivo y el de la Cancela, añaden aún más riqueza al conjunto arquitectónico, con sus propias características y elementos distintivos.

En conjunto, estos patios y jardines ofrecen una experiencia inolvidable, donde la historia, la arquitectura y la naturaleza se fusionan en un escenario de belleza atemporal.

Estancias interiores

En la planta baja, el Salón del Mosaico da la bienvenida a los visitantes con un impresionante mosaico romano del siglo IV, un legado del pasado que enriquece el ambiente desde el primer momento. El Salón de las Firmas guarda los testimonios de grandes personalidades que han dejado su huella en el palacio a lo largo de los años, mientras que el Salón de Tobías transporta a los visitantes a través de murales del siglo XVIII que narran historias bíblicas, adornados con guirnaldas y cariátides que reflejan la opulencia de épocas pasadas. La Sala de las Vitrinas exhibe una colección rococó de vajilla del siglo XVIII, un regalo real que añade un toque de elegancia a la estancia.

En la primera planta, obras de arte de renombre como "Amor sagrado, amor profano" de Julio Romero de Torres, entre otras piezas que forman parte de la colección de la Fundación CajaSur, dan vida a las salas con su belleza y significado. En la Galería de los Azulejos, se puede admirar una rara colección de 236 azulejos que datan desde el siglo XIII hasta el XIX, mientras que la Galería de las Batallas transporta a los visitantes a través de escenas históricas pintadas por Pieter Meulener en el siglo XVII.

El interior del palacio también alberga una rica colección de tapices, pinturas flamencas, mobiliario antiguo y una biblioteca con más de siete mil volúmenes, que abarcan desde ediciones de Don Quijote de la Mancha hasta cuentos ilustrados por Gustave Doré.

En el área habitacional, los dormitorios, salones y comedores evocan la elegancia y el refinamiento de épocas pasadas. Desde el Dormitorio Negro con su ambientación del siglo XVIII hasta el Salón Portugués con su mobiliario barroco, cada espacio cuenta una historia única y revela la esencia misma del palacio.

Precios

Adultos

Gratis

Niños (3-7años)

Gratis

-2 años

Gratis

C/ Nombre de la calle nº0 0000, Población, Ciudad