Este edificio, diseñado con una función dual, alberga en su piso superior un granero que antaño guardaba las provisiones vitales para la comunidad. Abajo, en la planta baja, se encontraba la lonja, donde el bullicio del comercio local resonaba en cada esquina, una sinfonía de voces y transacciones que daban vida al corazón económico del lugar.
La fachada del Pósito es un testimonio de la maestría y el gusto de la época. Dividida por semicolumnas adosadas, su diseño equilibra robustez y elegancia, creando un ritmo visual que guía la mirada hacia el centro. Allí, un balcón se despliega con sobria majestuosidad, flanqueado por dos medallones que custodian sus lados como emblemas silenciosos de tiempos pretéritos. Este balcón, testigo de innumerables escenas cotidianas y eventos significativos, ha visto pasar generaciones, cada una dejando su huella en la memoria colectiva del edificio.
Cada elemento del Antiguo Pósito, desde sus sólidas semicolumnas hasta los detalles de los medallones, invita a imaginar las historias que han transcurrido entre sus muros. El edificio, más que una estructura de piedra y mortero, es un guardián del legado cultural, un monumento que nos conecta con las raíces de la comunidad y nos recuerda la importancia de preservar la herencia que nos define.